Llegamos a la semana 21. Ya sé que puede parecer un resumen un tanto escueto pero ya os dije al principio que no quería aburriros, además, por lo que dicen, lo más "divertido" empieza ahora. Y no empieza mal, hemos compartido cama en alguna ocasión más, y no para dormir, ya me entendéis, y sin sustos ni manchas preocupantes.
En estas semanas L ya empieza a estar incomoda al vestirse, al moverse en la cama, al meterse en el coche..., incluso tiene que ponerse un cojin antiestres debajo para dormir, que, curiosamente, aparece todas las mañanas debajo de mi espalda.
Yo pienso: “pues no le queda...” pero obviamente no se lo digo, no me apetece dormir solo en la habitación pequeña todavía. Así que opto por ayudarle en todo lo que puedo, sobre todo en aquello que le evite dolores de espalda, en las tareas domésticas, que por cierto empiezan a estar ya un poco mal repartidas, tipo 70-30 en mi contra, pero os aseguro que eso es preferible a malas caras y discusiones y tampoco es para tanto. Además juego con ventaja porque yo trabajo desde casa así que me administro bien el tiempo y me da tiempo hasta de ver el futbol.
Otra cosa que hago, y que no tiene un coste elevado ni económicamente ni de tiempo, pero sí que me reporta innumerables beneficios, es sentarme al final del día con L en el sofá, poner una película y acariciarle la barriga. Si hay suerte e Iñigo está animado soltará una patada y ¡Vaya patada!, y los dos ponemos cara de orgullo, como si Íñigo fuese el único bebé que lo hace. Lo más increíble es que si masajeo o aprieto suavemente la barrigota de L(porque eso ya no es una barriguita incipiente) el bebé contesta con algún movimiento, como si estuviese jugando. En serio, los pelos como escarpias. Beneficios: ella está supercontenta, se va a dormir feliz y no me echa en cara que se me haya olvidado poner la lavadora.
Llega el día de la prueba del azúcar, sí, esa que dicen que es muy asquerosa y te revuelve el estómago. Pues a L le encantó, dice que sabe como las botellitas de colores que tomábamos de pequeños y que se la ha bebido toda. Misterios de los embarazos, lo que a unas les resulta repugnante otras lo disfrutan como si fuesen niñas pequeñas. El caso es que la prueba salió bien y sólo tenemos un poquito de anemia que se arregla con vitaminas, zumos y pescadito. Que bien como últimamente.
Nos hacemos otra eco, la de las veinticuatro semanas. De nuevo todo perfecto, salvo que viene más grande de lo que debería, tanto que se le veían los mofletes. Esto asusta más, si cabe, a L de cara al parto. Pero como estamos de suerte, la doctora nos dice que, al haberla operado del mioma, seguramente sea una cesárea programada. De momento todo va genial, va a parecer que me estoy inventando el embarazo.
Me despido hasta la semana que viene, y, ya sabéis, disfrutad de lo que tenéis los que estéis como yo. Los que lo estáis intentando, ánimo y ya veréis que la experiencia es increíble. Y los que ya sois papás... ¡Enviadme vuestros consejos!
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